jueves, 23 de octubre de 2014

¿Nueva televisión en Colombia? No… ¡a mí que me dejen mis novelas!

El 13 de junio de 1954, se enciende una caja mágica en Colombia que a blanco y negro, y con un discurso del General Rojas Pinilla, partiría la historia de la sociedad en dos. Era algo inimaginable, ¿cómo a través de un pequeño televisor se puede reflejar la ´realidad´ de un pueblo, con altas dosis de entretenimiento? Y así nació la televisión en el país… O quizá, será pertinente decir, ¿el negocio más lucrativo?

Y así en un abrir y cerrar de ojos, o en pasar de un canal a otro, pasaron sesenta años…

Primero fue Producciones Punch, luego Caracol, RCN y RTI los encargados de encender la luz en las pantallas de los pocos colombianos que podían tener acceso a la televisión en el país. Después apareció el canal Teletigre ¿se acuerda? porque yo no, quizá debe haber sido porque fracasó al poco tiempo por poca sostenibilidad económica, y porque ahora es el Canal Institucional.

Sin embargo, después de tanto tiempo de pasar solo dos canales en nuestra pantalla, parece que el contenido es el mismo. En veinte años de ver la televisión colombiana me quedan recuerdos de haber visto los 17 años de Padres e Hijos -con los amores y desamores de Daniela y las frases célebres y la sensatez de Charlie-, las dos o tres repeticiones de Betty la Fea (en la que nos hizo creer que así hayas hecho seis semestres en la San Marino y te tiñes el pelo de rubio, la suerte de la fea siempre la linda la va a desear); Café con Aroma de Mujer, que con Gaviota vino a defender el honor de los cafeteros hoy insultados por la llegada de Starbucks; y el show más versionado y aburrido en toda la historia, El Desafío.

Parece no ser poco seis décadas de la misma pobre interpretación de la realidad colombiana, para que hoy en día sigan ganado el prime time novelas de reencauches mexicanos en donde la pobre  se queda con el amor del más lindo y rico, series en donde el narcotraficante más que un criminal,  termina siendo un héroe de la sociedad, los realities y concursos de talento en donde termina ganando el que da más lástima, y las mañanas con los chistes flojos de Jota Mario. Sin contar que en cuarenta años de Sábados Felices lo único que causa risa son las pintas de la Gorda Fabiola.

Pero es que en verdad no estamos preparados para algo nuevo. A pesar que nuestra realidad ha cambiado, seguimos viendo lo mismo. Nos gusta levantarnos y ver como tres personajes haciendo ridiculeces en un sofá se ganan más que lo que uno se hace al año en un mes, luego un noticiero que más que informar le hace oda a la politiquería en el país. Sin contar que en las tarde preferimos ver las repeticiones de culebrones mexicanos de las tres Marías (María la del Barrio, Marimar y María Mercedes de hace 15 años y sólo hasta las 12 de la noche le damos un espacio a la opinión.

Y no es que no se haya tratado de hacer algo diferente, pues pocos espacios televisivos han intentado educar y generar sentido crítico sobre la verdadera realidad del país. Así como lo afirma Nicolás Rosales realizador de Profesión Hogar del Canal RCN “aunque intentamos hacer contenidos nuevos que le aporten algo a los televidentes, ellos prefieren seguir viendo las mismas novelas de siempre, que ni siquiera son producto colombiano”.


Entonces es ahí en donde nos cabe reflexionar ¿qué les espera a las generaciones futuras criadas con contenidos basura? Si bien nuestra idiosincrasia nos ha enseñado que la televisión, abanderada por RCN y Caracol, nos muestra parte de nuestra cultura es pasar la mayoría de tiempo sentados en frente de un televisor, que más que un libro, tiene toda la verdad sobre nuestra historia; es hora que comencemos a cambiar de mentalidad y exigir mayor calidad en el contenido que vemos. Una televisión más educativa y participativa, en donde el argumento le gane al show. Lastimosamente en Colombia esto parece ser solo una utopía, un sueño de pocos  casi imposible de alcanzar. 

jueves, 16 de octubre de 2014

LA EDUCACIÓN SUPERIOR, LUJO DE POCOS

Bien dijo Nelson Mandela que la educación es el arma más poderosa para cambiar el planeta. Pero parece que en nuestro país ésta es mucho más difícil de conseguir que los proyectiles que acaban con vidas diariamente. Y no es descabellada esta comparación, pues en el intento de conseguir un cupo en una universidad en Colombia, la batalla es a muerte y sólo el más fuerte permanece en el camino, que seguramente será inicio de la construcción de sus sueños.

Y es que ¿quién no sueña con salir del colegio para entrar al mundo universitario?, en verdad la respuesta es inmedible, o es que ¿ya existen métodos para medir los anhelos? Eso no es lo que importa, sino que en nuestro país solo un 35% de los jóvenes pueden acceder a la educación superior, según estudios revelados por el periódico El Espectador, irónicamente es el mismo porcentaje que creció el trabajo infantil en 2011.

Tomado de: Semana.com
Es ahí en donde nos preguntamos ¿en qué momento la educación dejará de ser un lujo, para convertirse en una realidad de millones de colombianos? El gobierno nos ha ilusionado con falsas promesas y cifras que solo quedan en el papel.

Por su parte el presidente Santos, en un intento de darle la importancia que se requiere al Ministerio de Educación, le otorgó 10 mil préstamos condonables (con la única condición de graduarse) para estudios universitarios, a los mejores puntajes en las Pruebas Saber 11 de este semestre. Sin embargo, asombra que departamentos como Amazonas, Guainía, Vaupés y Vichada se quedaron con 5, 3, 4 y 7 cupos respectivamente.

Pareciera un chiste pero no lo es. Sólo 19 cupos de 10.000 disponibles para los cuatro departamentos con mayores índices de pobreza y desigualdad. ¡Que tristeza de país! da lástima que las oportunidades en Colombia se centralicen, y que en el olvido queden subyugadas poblaciones que necesitan atención prioritaria en todos los aspectos.

Mientras tanto el 35 por ciento que por diversas condiciones -meritorias o no- lograron ganarle la batalla a la desigualdad y tener el privilegio de estudiar en un universidad en el país, se preocupan más por salir del paso más que por aprender. Lo que debe preocupar más aún es la clase de educación que están recibiendo estos estudiantes.

Cada vez más, y gracias a la llegada de las nuevas tecnologías (que en vez de facilitar el progreso, han generado un proceso de involución y extinción de la comunicación humana), la calidad de la educación y de los docentes universitarios están siendo cada vez peores, y nuestros profesionales están saliendo a la vida laboral con pensamientos mediocres y pensando más por sus aparatos tecnológicos que por sí mismos.

El reto no es nada fácil. Debemos cambiar de mentalidad, dejar de pensar que la educación es un lujo de pocos, que no debemos exigirle a nuestras instituciones y maestros y que lo más importante es un pedazo de cartón empolvado en una pared de olvido. Más allá estudiar en la universidad es crecimiento personal y un derecho que todos, es hora de luchar por un país mejor -y no es como el que responden las reinas en los concursos- es construir una nación menos desigual y justa para todos. Tenemos el arma para cambiar nuestra historia, es hora de accionarla y matar la mediocridad y el conformismo del país.